El hecho de analizar la salud de la mujer en una región con altos índices de pobreza, desigualdad social e inequidad, como el Departamento de Córdoba (1,2), obliga a determinar no solo la concepción que se asume frente a la vida, los padecimientos y su relación con las condiciones de existencia o el entorno social, económico y político, sino, también, la forma en que los hombres y mujeres entienden, sienten y reaccionan ante su propio proceso de salud-enfermedad. En otras palabras, se trata de comprender las distintas realidades de cada persona; de forma tal que puedan ser valoradas con una mirada de alteridad, desde las circunstancias y situaciones que vive y experimenta el otro.