El cambio de consumo de los colombianos en paralelismo con una cultura de cuidado, vida sana, nutrición balanceada, ejercicios y preocupación por consumir una alimentación balanceada, ha definido la disposición creciente de hacer inversiones en cuanto a esfuerzo y dinero por el cuidado de la salud, teniendo en cuenta que el tiempo cada vez es más limitado para las múltiples tareas de la vida cotidiana. Todo esto se traduce en el insuficiente tiempo que se tiene para dedicar a la preparación de los alimentos, debido a las extenuantes jornadas laborales y a los compromisos educativos, lo anterior ha generado un aumento en la demanda de productos listos para su consumo y que a su vez estos también sean sanos(Arias Veloza & Maya Monsalvo, 2012).